Para el sociólogo Richard Sennett toda ciudad contemporánea debería, hoy en día, asumir tres rasgos principales: ser una ciudad defectuosa, modesta y abierta (Sennett, 2018). Con estas ideas, se refiere, de manera contraintuitiva a un escenario opuesto al que en apariencia todas las personas aseguran desear y que además se ha convertido en el ejercicio cotidiano de arquitectos y desarrolladores: “Las ciudades en las que todas y todos desean vivir deberían ser limpias, seguras, poseedoras de suficientes y eficientes servicios públicos, dinamizadoras de economías activas, cargadas de estimulaciones culturales y además representar de manera directa la posibilidad de curación de las divisiones sociales, de raza, de etnicidad y de clase” (2006). Pero como él mismo dice, estas ciudades, no son en las que vivimos, y muy a  pesar de los proyectos en que se invierten recursos económicos e intelectuales no son las ciudades que se reproducen permanentemente gracias a la arquitectura y el diseño de ciudad.

Las ciudades contemporáneas, entonces, fallan por ambos lados. Fallan al ofrecer un discurso de higienismo, seguridad y tranquilidad que reproduce de manera acelerada los mismos fenómenos que busca repeler. Y falla al no ser capaz de revertir los fenómenos sociales que permitirían asumir otros retos proyectuales para hacer de sus espacios, edificios y lugares, escenarios de transformación social enfocados en principios, aunque en apariencia más ambiguos, con mayor potencial de recuperación para los espacios de lo común y lo colectivo, espacios que lograrían quizás reproducir ciudades abiertas, más tranquilas y vibrantes. 

Dos razones, podrían levantarse para evidenciar esta falla: la primera, retomando una vez más a Sennett (2006) es el sobredeterminismo que ha favorecido en el rol del arquitecto, planeador y/o diseñador un delirio de control sobre la vida social de los espacios, que se ejerce de manera clara en el plan maestro, en el proyecto y en las imágenes que se reproducen del proyecto representando el tipo de vida y a la vez congelando la capacidad imaginativa con la que una sociedad puede pensar el futuro. La segunda razón, corresponde a la falta de articulación que los sectores públicos, privados y ciudadanos tienen a la hora de entender la ciudad, sus dinámicas y presiones, así como sus destinos posibles en el mediano y largo plazo, o como Raul Mehrotra (2021) lo explica, una generalización de la desidia del diseño sobre el interés público, en ello se refiere a la falta de interés por el diseño de aquello que nos es común, las estructuras básicas de la vida en las ciudades, los escenarios públicos de interacción, las dinámicas efímeras o impermanentes que dan sustento a nuestras actividades cotidianas, los proyectos que aunque en espacio y escala limitados pueden asumir la carga de unas ciudades cada vez más extensas y más pobladas. 

¿Desde dónde pensar entonces la urgencia de un proyecto desarrollado bajo el criterio del Urbanismo Próximo? 

Considerando las dos acepciones posibles un proyecto urbano desarrollado desde el urbanismo próximo – el urbanismo próximo refiere a lo que viene cercano en el panorama temporal de futuro y a su vez a la proxemia que como sociedad necesitamos para confrontar ese panorama de futuro – deberá considerar la infraestructura no cómo un escenario meramente dedicado a los servicios y operaciones logísticas y pragmáticas necesarias para su funcionamiento, sino como un espacio de discusión en el que las versiones de sociedad y las dinámicas urbanas estén todo el tiempo en circulación y regeneración. Quizás el proyecto actual debe asumir una nueva forma de “arquitectura agonística” que asuma que las cosas no están dadas, que la ciudad aún guarda claves para su propia redefinición y que la vida puede aún vivirse de maneras diversas.

Más allá de las formas prismáticas que indudablemente todo proyecto tendrá que erigir para su funcionamiento dentro de la concepción del espacio urbano y los entornos construidos, todo proyecto, independiente de su escala puede proveer estímulos culturales así como presentar su posibilidad de ser transformada el entorno que se habita; lo anterior sugiere entonces una relación dialéctica del proyecto con la sociedad y es que así como el entorno puede generar afectaciones a la cultura cambiantes, la sociedad puede promover transformaciones espaciales, nuevas aproximaciones al lugar, nuevos espacios, usos y funciones. De tal manera que, un proyecto desde el Urbanismo Próximo debe establecer las condiciones para existir en el entorno más allá del mero proyecto arquitectónico. 

Tales condiciones dependen también de la posibilidad que las aproximaciones e inquietudes elaboradas desde el diseño permitan transformar no sólo los lugares y la ciudad, sino la comunicación entre los distintos miembros de la sociedad, actualizar los conceptos con los que se entiende la ciudad y dinamizar las conversaciones que potencien otros/nuevos futuros posibles. 

Algunos indicadores para entender estas condiciones, y afrontar algunas fallas de las ciudades contemporáneas pueden encontrarse en que la idea de espacio que deberíamos favorecer es el de “el espacio tropical” que es poroso y permite entonces que el espacio sea verdaderamente transparente y por ende a pesar de que sea privado es más generoso. Diría Camilo Restrepo (2022) “Quizás, hemos perdido el contacto con esas narrativas que generaban arquitecturas que se conectan con la ciudad y el territorio de manera vinculante y por ende el modelo prismático-espacial actual es el de encerrar y no el de hacer poroso, pero asumir la postura tropical-porosa incluso desde lo privado construye lo público”. Aquí una pieza clave desde la cual pensar las posibilidades del proyecto desde el Urbanismo Próximo.

Para el proyecto del Súper Buffer Querétaro, se establece un escenario de transformación de infraestructuras grises por infraestructuras verdes, que más que una barrera sugieran una membrana activa social, comercial y logística, desde donde pensar las tipologías de vivienda y las dinámicas que dan estructura a la ciudad; dicho escenario se compone de 4 ejes de acción principales:

  • Re-organización de la estructura vial y tipologías de calle.

  • Re-estructuración del equipamiento público y espacios abiertos para “lo común”.

  • Re-naturalización de infraestructuras verdes y función bioregional del ecosistema urbano.

  • Re-densificación de tipologías sociales y de vivienda en la zona del Súper Buffer Querétaro.

 

Referencias bibliográficas:

Sennett, R. (2018) Construir y Habitar. Barcelona: Anagrama. 

Sennett, R. (2006) The Open City. tomado de Urbanage.lsecities.net. Urban Age. [online] disponible en <

https://urbanage.lsecities.net/essays/the-open-city>

[Recuperado el 28 Febrero 2022].

Mehrotra, R. (2021) The Kinetic City & Other Essays. Berlin: Architangle.